2013

Este año es uno de los mejores años que recuerdo. Y es que han pasado muchas cosas. Casi todas buenas, la verdad. He aprendido que hay cosas que se pueden vivir intensamente en poco tiempo, con fecha de caducidad, como la vida de una mariposa del vietnam. También he aprendido que si luchas por tus sueños, por inalcanzables que te parezcan, y aunque lleguen en la última adjudicación de septiembre, se pueden cumplir. He conocido a mucha gente nueva, y he conocido mejor a gente no tan nueva. Este año me ha ayudado a comprender que tengo 18 y que debo no pensar tanto, sino dejarme llevar, y si me caigo y me dan palos, me servirán para aprender, porque la vida es un eterno aprendizaje. Si no hubiese arriesgado no me hubiese llevado estas experiencias que me han acompañado en este 2013, y no me arrepiento.

Abrazarse para no desgastarte

Final de una etapa, o el principio de otra. Junio llega pisando fuerte. Cosas que llegan inesperadamente, por capricho del destino, o mio, quien sabe. No es normal, no me importa. Me importas. Frases incrustadas en fotos que llegan de madrugada, y besos fugitivos lejos de miradas ajenas. Que dudo en cada vuelta que me da la cabeza, pero cuando en esa vuelta te encuentro, se desvanecen las dudas y aparecen mis ganas tí. Que odio echarte de menos, y me gustaría echarte de más. Somos irracionales y no pensamos. Puede que eso fuera lo peor de saborearnos sin leer el prospecto, sin conocer los efectos secundarios. Nos gusta encontrarnos a oscuras con la boca y pensar que no hay nadie mejor en ese momento que tú encontrándome, y yo dejándome buscar.